PROCRASTINACION, EL MAL DE NUESTROS DIAS

Este post fue escrito por Oscar Alfonzo Pereyra. Si quieres saber mas de su trabajo, síguelo en:  https://blog.rebelionantigua.com/

 

La procrastinación surge en la economía de la atención como un elemento derivado de la oferta de entretenimiento. Tenemos tantas opciones de entretenimiento a la mano que nuestro cerebro siempre está buscando aquello que es más fácil de asimilar y lo estimula más que otras cosas. Es por eso por lo que quizás la gente prefiera pasar tiempo en Facebook o Instagram que Twitter. Las imágenes y el video generan más atracción a los usuarios por la facilidad que tienen para estimular el cerebro. La facilidad de acceso vuelve adicto a nuestro cerebro a buscar estos estímulos fáciles y evitar las tareas que el cerebro toma como monótonas y aburridas. Tareas que regularmente suelen ser trabajo importante que debemos realizar pero que posponemos hasta el momento en que no hay otra alternativa que hacerlo.

Así como la procrastinación se implanta en nuestras vidas. Siempre eligiendo cualquier actividad que sirva como pretexto para posponer la tarea más crítica que tengamos. Buscamos cualquier acción que en nuestro cerebro parezca válida para posponer lo que no queremos hacer. Cocinar, limpiar la casa, lavar la ropa, leer un libro o checar las noticias son las formas más ligeras de procrastinar. Navegar en internet, ver Netflix, Youtube o cualquier otro servicio de video son las formas más pesadas de procastinar. Especialmente si usamos este tiempo y pensamos que estamos haciendo bien en distraernos mientras esperamos el momento para empezar. Este es el principal problema de la procrastinación. Puede ser tan corto como un capítulo de tu serie favorita a toda una semana de constante distracción y poco avance. El problema afecta todavía más a los freelancers y los que trabajan en casa. El refrigerador y la televisión a nuestro alcance es una invitación peligrosa a gratificarnos con videos y comida. Estando en la oficina también podemos procrastinar de formas mucho más sutiles. Revisando nuestro email, atendiendo todas las juntas y platicando sobre el fin de semana con los compañeros del trabajo.  La ventaja es que tenemos un horario y una serie de metas o tareas a cumplir antes de un determinado tiempo. Y si no somos efectivos en el trabajo, nuestro tiempo en la oficina se alarga y a la larga nuestra calidad de vida se deteriora.

Es por eso por lo que debemos establecer una guerra frontal a la procrastinación. Y para lograr eso tenemos que debemos identificar que tipo de procrastinador somos. Existen procrastinadores de corto y largo plazo. Los de corto plazo suelen ser personas que toman mucho tiempo de trabajo para concentrarse en la tarea más importante. Esta actitud suele ser el más común de las personas. No es grave y se trata de un mal hábito auspiciado por las distracciones del mundo moderno. A veces con 20 minutos de concentración es posible vencerla.

El problema es más grave con la procrastinación a largo plazo. Sucede con proyectos largos y complejos. Requieren de planeación, concentración y una estrategia día con día. Los plazos largos de tiempo a menudo suelen ser retrasados por la idea en la cabeza que tenemos tiempo y lavar la ropa o cocinar requieren nuestra atención inmediata. Esto se conoce como la Ley de Parkison que establece que entre más tiempo tengamos para realizar una tarea, ocuparemos más tiempo en llenarla con actividades innecesarias. La ley dice que lo mejor es crear plazos de tiempo más corto para evitar los tiempos muertos y la procrastinación.

Otro problema de la procrastinación es la identificación de la importancia de una actividad. En un trabajo de oficina solemos realizar las actividades más sencillas antes que las prioritarias. Revisar el correo electrónico, organizar el escritorio, atender una junta poca importante o platicar con nuestros compañeros son algunos de los ejemplos de procrastinación sutil. En estos casos nos cuesta reconocer que estamos siendo eficientes en lugar de ser eficaces. Quizás dejemos nuestro correo limpio y libre de spam pero hemos dejado más de una hora en una actividad que realmente no nos acerca a los objetivos verdaderamente importantes. Hacer algo realmente bien no necesariamente significa que hemos hecho un avance en las metas propuestas.

Una de las estrategias más efectivas para combatir la procrastinación es el Método de Pomodoro. Este método consiste en utilizar plazos de tiempo cortos para una total concentración. Después de ese periodo tomamos cinco minutos de descanso y proseguimos a otro periodo más de trabajo. La estrategia de pomodoro evita la fatiga mental y genera una mayor eficacia en los procesos mentales.

En combinación con pomodoro, también existe la posibilidad de cambiar de ubicación según el trabajo que estemos desempeñando. Por ejemplo, las tareas que requieran una alta concentración pueden ser realizadas en lugares como una biblioteca o una oficina de coworking. Si tenemos otras actividades importantes pero que no requieren tanta concentración podemos movernos a una cafetería y aquellos que no son prioritarios pueden realizarse en casa o mientras viajamos. Este método es conocido como Workstation Popcorn. Se aplica también el principio de Pareto en el que todas las actividades más importantes se colocan en el orden. De está manera la estrategia queda algo así:

Está es solo una de las formas más inteligentes de combatir la procrastinación. En entregas posteriores te enseñaremos otros trucos para combatir este mal cotidiano.

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